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¿Qué es la boca seca?

Cuando sufrimos sequedad bucal significa que no tenemos suficiente saliva para mantener la boca húmeda.

Cualquiera de nosotros ha tenido alguna vez la boca seca debido a nervios o tensión, sin embargo, si esto es algo que sucede la mayor parte de tiempo, además de ser incómodo puede acarrearnos serios problemas de salud. Puede significar también, la existencia de una afección médica.

La función de la saliva no es solamente mantener la boca húmeda. Tiene más funciones como ayudar a digerir los alimentos, proteger contra la caries, controlar la población de bacterias en la boca y posibilita la masticación y la deglución.

Hay varias razones por las que las glándulas salivares podrían no estar funcionando correctamente; hablamos de ellas a continuación:

Efectos colaterales de ciertos medicamentos: Existen más de 400 medicamentos que pueden provocar sequedad bucal. Ejemplos de ellos son los antihistamínicos, los descongestivos, los analgésicos, los diuréticos, los analgésicos, los diuréticos, los medicamentos para la presión alta y los antidepresivos específicos.

Hay enfermedades como la diabetes, el VIH o el parkinson afectan a las glándulas salivares y pueden producir sequedad bucal.

Durante el tratamiento de cáncer con rayos X, ante la radiación, la cabeza, el cuello y las glándulas salivares pueden dañarse. Se puede perder la salivación total o parcial, permanente o temporal.

La quimioterapia es otra de las causas, ya que las drogas que se utilizan en el tratamiento de cáncer pueden espesar la saliva y provocan sequedad bucal.

Los cambios en los niveles hormonales durante la menopausia afectan a las glándulas salivares. Muy a menudo las mujeres menopáusicas y postmenopáusicas sufren sequedad bucal permanente.

El tabaquismo es otra causa de sequedad bucal; un gran número de fumadores de pipa, cigarro y cigarrillos la sufren.

¿Sabes cuales son los síntomas de la sequedad bucal? Te los presentamos a continuación:

Sensación de sequedad y boca pastosa.

Dificultad a la hora de deglutir.

Sensación de ardor en la lengua.

Sequedad en la garganta.

Labios partidos.

Reducción de la capacidad del gusto o sabor metálico en la boca.

Llagas y mal aliento.

Dificultad para masticar o hablar.

Todos tenemos estas sensaciones de vez en cuando, pero si estas persisten en el tiempo, es necesario acudir al especialista.